lunes, 26 de enero de 2015

La fe de la Iglesia apremia

Este blog tiene como objeto comentar ciertos aspectos eclesiales de la fe en nuestro tiempo presente, pero considerando que la situación de la Iglesia, aún con todas las garantías dadas por la asistencia del Espíritu Santo, vive un momento particular. Como ya aclaré antes, ni soy sedevacantista, ni tradicionalista, menos que nada progresista o neocon, mi referencia es el Catecismo (el de 1992) y, aún respetando y valorizando el Magisterio anterior al Vaticano II, no esperen que cite al Syllabus o a Trento, aunque considere que muchos de esos escritos tienen una novedad y una valentía que hoy no se ven en la Iglesia.
Si hablamos de fe, parrafraseando el nro. 815 del Catecismo, podemos afirmar que nuestra fe católica tiene tres particularidades que la hacen única y que, al que quiera y tenga la gracia, dan respuestas a toda la búsqueda que el sentido religioso tiene inscrito en nuestros corazones, en cuanto al sentido de nuestra vida y de nuestra felicidad: Jesucristo es la respuesta total al anhelo de verdad, justicia, belleza y bondad que el corazón busca. Y esta respuesta está presente y actuando en la Iglesia, la Iglesia Católica, la única que tiene la totalidad de los medios para nuestra salvación.

Esas tres características son:
- una fe en común, explicitada en una doctrina clara y sin ambigüedades, desde los tiempos apostólicos, que fue profundizándose desde los Padres de la Iglesia, los Apologetas, los Doctores, y patentizada en el testimonio de los Santos y los Mártires.
- una vida donde los gestos de amor de Jesús nos llegan a través de los Sacramentos.
- una autoridad que custodia el Depósito de la fe, que fue dada por Jesús a los Apóstoles y a Pedro, autoridad continuada sin interrupción en la historia en la persona de los Obispos y del Sumo Pontífice.

Es por todo ésto que este blog habla en particular de la fe vivida hoy en la Iglesia. En este momento que, a grosso modo, los esperados frutos del Año de la Fe convocado por Benedicto XVI pareciera que se han diluído y no han madurado. Y lo que siempre sostengo, si alguien como Benedicto había convocado a toda la Iglesia a revivir, conocer y experimentar la fe, siendo uno de los intelectuales de Occidente más profundo y más preparado, es porque realmente el problema de la pérdida de fe es enorme. La fe católica, y con ella la Iglesia, sobrevive en un tiempo donde quizás, como también dijera el Cardenal Ratzinger hace más de 30 años, quedarán relativamente pequeños grupos de católicos que puedan experimentar más profundamente su fe y su testimonio de una forma que sólo Dios podrá saber.

Y si tenemos en cuenta esas tras características de la fe, podemos decir en este momento particular que:
- la fe como doctrina está siendo atacada, desprestigiada, inoculada por un discurso pragmático, "pastoral", donde sólo importan "las novedades del Espíritu", donde la fe se nos presenta como un corset ajustado que no deja espacio para la "creatividad" o las "nuevas preguntas o hipótesis" para poder vivirla. Lamentable.
- la vida sacramental está siendo ninguneada, reducida a un moralismo barato, donde "cumplir" es contrario al discernimiento que las novedades nos regalan, donde una "misericordina" en grageas licúa el valor sacramental de cada gesto litúrgico, donde "las contadoras de rosarios, los pelagianos, los rigoristas, los nuevos fariseos hipócritas" parecen ser el denominador común de los que frecuentamos la Iglesia, por no decir fundamentalistas. Lamentable también.
- la autoridad apostólica está ahora representada por un Sumo Pontífice que muchas veces dice las cosas que sus interlocutores quieren escuchar, aún contradiciéndose permanentemente, buscando un ecumenismo rastrero donde la identidad católica se rebaja, desarrollando un magisterio de bajo vuelo, donde una entrevista vale tanto como una homilía improvisada o unas críticas despiadadas tanto a simples laicos como a cogotudos curiales. Resintiendo obviamente tanto la fe y la doctrina como la vida sacramental arriba citada. Si en un momento Francisco pidió a los jóvenes "no licuar la fe", en la práctica las manifestaciones, "gestos", intervenciones y reportajes "aéreos" del actual Papa están funcionando como una verdadera trituradora de lo que significa ser católico, en su totalidad.
  • Me gustaría hacer un blog sobre la Biblia, pero desconfío cuando la instrumentalizan y la reducen a una lectura protestante y ajena al Magisterio riquísimo y profundo de la Iglesia. Me hartan biblistas y exégetas que exponen sus falencias de fe en artículos paupérrimos. Sin ir mas lejos, en La Hojita del Domingo que se distribuye en las parroquias de mi tierra, editada por Paulinas, un tal Aderico Adolzani ssp, se da el lujo de "sospechar" que uno de los que siguieron a Jesús luego que Juan el Bautista lo señalara como el Cordero de Dios, podría ser el autor del evangelio (el otro es Andrés).
  • Me gustaría hacer un blog sobre Cristología, viendo que hoy la presencia de Cristo en la Iglesia se ve opacada, obnubilada, descartada frente a "este Papa" que viene a revolucionar la Iglesia con sus gestos y sus habilidades comunicacionales. Sostenido por una banda de obsecuentes que les importa más Francisco=Bergoglio que la figura del Papa en sí, que debería cuidar al rebaño antes que atosigarlo, alejarlo, confundirlo y juzgarlo sin misericordia alguna. Recomiendo siempre los tres tomos de "Jesús de Nazaret" de Benedicto XVI, quien haciendo tiempo de los pocos ratos que disponía, encaró su última obra sabiendo que nuestro conocimiento y amor a Jesús está siempre a prueba.

En fin. me gustaría estar menos distraído por este tipo de cuestiones, pero creo que el momento apremia. Hace rato que me lo vengo planteando y ahora lo pongo en palabras. Aunque Francisco sea el Papa que los Cardenales y el Espíritu Santo han creído necesario para este momento, no quiere decir que la Iglesia no siga sufriendo pruebas y persecuciones, nadie puede negar que los daños a la Iglesia pueden ser más fuertes y perniciosos cuando son dados desde dentro de ella que desde fuera, que Dios puede sacar bien aún del mal más perverso (me queda para otra entrada comentar el hecho que el mismo Papa no tenga respuesta a esta cuestión, quizás por estar más cerca de los aplausos y las luces de la popularidad que del Calvario y la Cruz). Puede ser que debamos ser probados en nuestra fe, pero con la certeza que Dios no nos dejará solos y así la fe podrá ser acrecentada. Estas situaciones apremian. Seguiremos entonces.


Estamos atribulados por todas partes, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no aniquilados.
Siempre y a todas partes, llevamos en nuestro cuerpo los sufrimientos de la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Y así aunque vivimos, estamos siempre enfrentando a la muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.
(2 Cor 8-11)


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