La entrevista al Papa Francisco completa
PUBLICAMOS EN EXCLUSIVA LA ENTREVISTA
COMPLETA, SIN RECORTES, CON LAS PARTES ELIMINADAS DE LA EDICION IMPRESA [ENTRE CORCHETES Y EN NEGRITA ROJA]
ROMA.- La suite 201 es el cuartel general del Papa, su oficina
principal, su búnker. La llave está colgada de la cerradura. Al lado de la
puerta salta a la vista, sobre una silla recubierta de terciopelo verde
claro-grisáceo, un cardigan de lana muy fina color blanco crema, seguramente
recién llegado de la lavandería papal. Es idéntico al mismo que entreveo debajo
de las mangas del hábito de Francisco.[Son prendas casi casi transparentes, tal es la pobreza
material de nuestro Francisco, el poverello del Vaticano, que alquiló la
Sixtina humildemente al grupo Porsche].
La suite es simple, de paredes blancas, algo despojadas; un cuadro de
San Francisco, crucifijos, la estatuilla de Nuestra Señora de Luján y de otras
vírgenes sobre unas mesas de madera son sus únicos adornos. [Lo primero que
pensé: ¡Cuántas renuncias! A los oropeles, tapices, cuadros renacentistas,
techos de oro del Palacio Apostólico… todo por una humilde celda, con un candil
por lámpara, piso de tierra, paredes de adobe, como los de tantos millones de
personas en el Tercer Mundo. Pero al ver la suite me quedé muda].
Está compuesta por un pequeño living, un escritorio, un cuarto con una
imponente cama de madera oscura y el baño. Antes de la llegada de Jorge Bergoglio, la 201 era la suite que usaban los huéspedes
ilustres del Vaticano.
De hecho, era el cuarto que solía utilizar el Patriarca Ortodoxo de Constantinopla,
Bartolomé I, a quien Francisco, con su habitual sentido de humor, le dijo,
después de ser elegido: "Disculpe, le robé la habitación" [como le robé el
Rosario al pobre muerto en el cajón. ¡Picardías de joven!!! Jajaja].
Como sé que seguramente después de mi cita tiene otras, porque se volvió
un verdadero "workaholic", le pregunto directamente de cuánto
tiempo dispongo para la entrevista. Enseguida me tranquiliza: se guardó tiempo
suficiente, no hay apuro.[“Acá mando yo, mirá que voy a andar misericordiando mi
tiempo”, se sinceró, con gesto adusto].
Francisco tiene un poco de tos, resabio del viaje del fin de semana
pasado a Turquía, donde padeció cambios bruscos de temperatura: afuera hacía
frío, adentro calor por las fuertes calefacciones.[ y él, tan despojado, pienso que descalzo
como San Francisco, seguro que pasó frío].
Conocí a Jorge Bergoglio en febrero de 2001, en Roma, cuando LA NACION
me pidió que entrevistara al entonces arzobispo de Buenos Aires, que
normalmente no daba entrevistas, pero que hacía una excepción porque estaba a
punto de ser creado cardenal por Juan Pablo II.[En ese momento era un hombre taciturno,
serio, con sueldo pagado por el Estado Argentino por ser Obispo… y pensé: ¡ojalá
nunca cambie!]
Mucho pasó desde entonces. Muchos años, muchos encuentros. El que
siempre fue el padre Jorge ahora es Francisco y yo, autora de “Francisco, vida
y revolución”,
[aprovecho para decir que está a la venta en las mejores librerías] una
de las biógrafas de ese pontífice que está cambiando la historia de la Iglesia.[Hay algunos que
dicen que para peor, pero a mí no me importa mucho, ya que mientras venda
libros, y pueda vender bien esta entrevista, no me hago problema].
Ya sentados los dos en los silloncitos de terciopelo verde claro del
living, [¡cuántos
signos de austeridad!] Francisco cuenta anécdotas, ríe e incluso
confirma on the record eso de que sigue siendo el mismo padre
Jorge.
"Desde el primer momento me dije «Jorge, no cambies. Seguí siendo
el mismo porque cambiar a tu edad es hacer el ridículo»", dice, en una de
las frases que más describen su modo tan original de ejercer el papado.[Yo le recordé que
en Buenos Aires no dicen lo mismo: que siempre tuvo cara de pepinillo en
vinagre, que nunca besó a un bebé y que se cobraba sus revanchas personales a
su tiempo. Me miró de arriba abajo y se me heló la sangre. Sonreí con mi mejor
sonrisa, tomé aire y miré el reloj].
El tiempo vuela. La entrevista dura unos 50 minutos; después hay tiempo
para charlar y hasta para que pueda filmar con el celular un breve video con un
saludo y una bendición para los primeros egresados del colegio de Alfarcito, un
secundario creado por el padre Chifri en la provincia de Salta. [“¿Y porqué no
viaja para Argentina y se los dice personalmente?” le pregunté sonriendo.
Francisco no dijo nada. Solo gritó al guardia suizo: “Che, las visitas ya se
van, traéles los abrigos!”]
A la hora de irnos, Francisco nos sorprende con una gran bolsa blanca.
Adentro hay unos regalos que les manda a nuestros hijos, Juan Pablo y Carolina,
"para que jueguen".
Los eligió para ellos de entre los miles de obsequios que recibe en las
audiencias que tiene a diario y que, como hacía siendo arzobispo de Buenos
Aires, recicla. [¡Qué
magnánimo! Nos da los regalos que le regalan a él. Eso si: espero que los
zapatitos que le mandó al nieto de Cristina Kirchner el año pasado también le
hayan venido de arriba. ¡Qué ejemplo de justicia! ¡Y por suerte nuestros hijos
no pasan necesidades, ya que tienen
juguetes comprados por nosotros, cuando hay tantos nenes tercermundistas sin
juguetes!].
Salimos de la suite 201 y hay otro guardia suizo en el hall, que también
se cuadra y saluda. [“¡Che, vos no sos el que eché el otro día? Ja ja ja. A estos
los tengo al trote”, nos dice, con gesto ganador].
El Papa, que se prepara para recibir ahora a un grupo de profesores de
la Universidad Pontificia Gregoriana que ya lo espera en la planta baja, nos
acompaña hasta el ascensor.
[“Los voy a dejar
pensando si vale más la doctrina o la pastoral]. Antes de
desaparecer detrás de la puerta automática, se despide con el clásico "no
se olviden de rezar por mí". Hay también tiempo para un abrazo. [¡Es un dulce de
leche!]
-Un reciente sondeo en la región [del Pew Research Center]
certificó que, más allá del "efecto Francisco", hay católicos que
siguen abandonando la Iglesia.
-Conozco la estadística que dieron en Aparecida, es el único
dato que tengo. Evidentemente, hay varios factores que intervienen en eso,
externos a la Iglesia. Por ejemplo, la teología de la prosperidad inspira
muchas propuestas religiosas que atraen gente. Pero luego la gente queda a
mitad de camino.[Por eso yo
tengo amigos pentecostales que la tienen más clara que nosotros. Lástima que yo
aflojo y ellos nos siguen haciendo la contra]. Pero dejando afuera lo externo a la Iglesia,
me pregunto: ¿cuáles son las cosas nuestras, dentro de la Iglesia, que hacen
que los fieles no se sientan satisfechos? Y es la falta de cercanía y el
clericalismo [ “Y… ¡Ojito,
eh!, que yo soy muy cercano a la gente, siempre me saco fotos y selfies y no
soy para nada clerical, a pesar de ser EL PA-PA”, dijo seriamente, con una
mirada que me heló la médula, y remarcando las mayúsculas aún hablando en voz
alta]. La proximidad es el llamado hoy al católico, a salir y
hacernos próximos de la gente, de sus problemas, de sus realidades. Donde los
laicos son más maduros en América latina es precisamente en la expresión de la
piedad popular. Pero organizaciones laicales siempre estuvieron con el problema
del clericalismo. Yo hablé de esto en la "Evangelii Gaudium" [“¿La leíste, no?”, me dijo sacando de su
bolsillo un ejemplar firmada por Tucho Fernández y blandiéndola como un
florete].
-¿La renovación de la Iglesia a la que usted llama apunta
también a buscar a estas "ovejas perdidas" y a frenar esa sangría de
fieles?
-No me gusta usar esa imagen de la "sangría" porque es
una imagen muy ligada al proselitismo. No me gusta usar términos ligados al
proselitismo porque no es la verdad. Me gusta usar la imagen de hospital de campaña:
hay gente muy herida que está esperando que vayamos a curarle las heridas,
heridas por mil motivos. Y hay que salir a curar heridas.[“Gritándoles: ¡Fariseos! ¡Pelagianos! ¡Caras
de funeral! ¡Simoníacos! ¡Controladores de la gracia! ¡Disfrazados!
¡Solteronas!”, permaneciendo como diez minutos más expresando epítetos cada vez
más subidos de tono. Lo dejé hablar y pensé mi siguiente pregunta].
-¿Ésa es la estrategia entonces para recuperar a los que se van?
-No me gusta la palabra "estrategia", sino que
hablaría del llamado pastoral del Señor, porque si no, parece todo una ONG...[Y la Iglesia no es una ONG: me di cuenta hace
poco, cuando esos truchos suecos no me dieron el Premio Nobel de la Paz. ¡Con
lo que me lo merecía!] Es el llamado del Señor, lo que hoy le pide
a la Iglesia, no como estrategia, porque la Iglesia no hace proselitismo. La
Iglesia no quiere hacer proselitismo porque la Iglesia no crece por
proselitismo, sino por atracción, como dijo Benedicto [y si yo repito lo que dijo Benedicto, al menos
estoy cubierto de meter la pata, aunque no esté del todo convencido. Bue, total
me salva las papas del fuego Lombardi]. La Iglesia tiene que ser
un hospital de campaña y salir a curar heridas, como el buen samaritano. Hay
gente herida por desatención, por abandono de la Iglesia misma, gente que está
sufriendo horrores...[por eso,
fíjate, que yo los llamo Fariseos! Pelagianos! Caras de funeral! Contadores de
Rosarios! Para que se despierten y se curen. ¿Entendés mi demostración por el
absurdo? Más los critico y humillo, y más salen curados. ¡Es genial! ¡Y lo
aprendí yo solito!]
-Usted es un papa que suele hablar de manera directa, lo que le
ayuda a dejar en claro el rumbo de su pontificado. ¿Por qué cree que hay
sectores que están desorientados, que dicen que la "barca está sin
timón", sobre todo después del reciente sínodo sobre la familia?
-Me extrañan esas expresiones. No me consta que las hayan dicho.
En los medios, aparece como que las hubieran dicho. Pero, hasta que no le
pregunte al interesado: "¿Usted ha dicho esto?", mantengo la duda
fraternal. [Igual voy
preparando las represalias por las dudas, uno nunca sabe con esos fariseos y
pelagianos.] Pero, generalmente, es porque no leen las cosas. Uno sí me
dijo una vez: "Sí, claro, esto del discernimiento qué bien que hace, pero
necesitamos cosas más claras". Y yo le dije: "Mire, yo escribí una
encíclica, es verdad, a cuatro manos, [bueno, la escribió toda Benedicto, yo le agregué tres párrafos y la
firmé, pero la verdad nunca la llegué a leer, se lo encargué al Tucho.] y una exhortación apostólica.
Continuamente estoy haciendo declaraciones, dando homilías y eso es magisterio.
[Y acuérdense que cuando habla el
Papa, o sea, yo, soy infalible. ¿Estamos?. IN-FA-LI-BLE, (dijo remarcando de
nuevo las mayúsculas). Yo no me equivoco. Nunca. Never. Jamás.] Eso que
está ahí es lo que yo pienso, no lo que los medios dicen que yo pienso. Vaya
ahí y lo va a encontrar y está bien claro; «Evangelii Gaudium» es muy
clara".[por
ejemplo este párrafo, que me leyó sacando pecho: “Hay una tensión bipolar entre la plenitud y el límite. La plenitud
provoca la voluntad de poseerlo todo, y el límite es la pared que se nos pone
delante. El «tiempo», ampliamente considerado, hace referencia a la plenitud
como expresión del horizonte que se nos abre, y el momento es expresión del
límite que se vive en un espacio acotado.” ¡Es genial!!! ¡Más claro echale
agua, che!]
-En los medios, algunos hablaron del "fin de la luna de
miel" por la división que salió a la luz en el sínodo...
-No fue una división tipo estrella contra el Papa; o sea, al
Papa de referente no lo tenían. Porque ahí el Papa procuró abrir el juego y
escuchar a todos. El hecho de que, al final, mi discurso haya sido aceptado tan
entusiastamente por los padres sinodales indica que el problema no era con el
Papa, sino que era entre diversas posturas pastorales.[¿Te gusta como hablo en tercera persona? “El
Papa”. Ese soy yo. Aprendí a hablar así con Maradona, que es un genio. “Hablá
en tercera persona que todos te van a creer y nadie va a pensar que sos un autorreferencial”,
me dijo.]
-Siempre que hay un cambio de statu quo, como significó su
llegada al Vaticano, es normal que haya resistencias. Después de poco más de 20
meses, esta resistencia, silenciosa al principio, parece ser más evidente...[le dije,
tratando de tirarle la lengua y que me de algún nombre. ¿Sabés como vendería
esto?]
-La palabra la dijo usted. Las resistencias ahora se evidencian,
pero para mí es un buen signo, que las ventilen, que no las digan a escondidas
cuando uno no está de acuerdo. Es sano ventilar las cosas; es muy sano. [Ahora, que a nadie se le ocurra criticarme
porque ahí me engrano, ¿estamos?. ¡Basta de habladurías! ¡Fariseos! ¡Solteronas!]
-¿La resistencia tiene que ver con la limpieza que usted está
haciendo, con la reestructuración interna de la curia romana?
-[¿Qué
estoy restructurando qué cosa? Ah, si, la Curia] Considero
a las resistencias como puntos de vista distintos, no como cosa sucia. Tiene
que ver con decisiones que por ahí tomo, eso sí. Claro, hay decisiones que tocan
algunas cosas económicas, otras más pastorales...[y otras doctrinales, que son las que menos me afectan].
-¿Está preocupado?
-No, no estoy preocupado, me parece todo normal, porque sería
anormal que no existieran puntos divergentes. [Pero ahí es cuando les tiro por la cabeza que soy el Sumo
Pontífice, la autoridad máxima, el sucesor de Pedro, el IN-FA-LI-BLE porque
obviamente me conviene. Decir que soy el “Obispo de Roma” me dio marketing,
como el “buona sera”. Pero a nadie le hace mal que le recuerden que me deben
obediencia, ¿capisce?. Mucho sínodo, mucho sínodo, pero acá el que manda soy YO]. Sería
anormal que no saliera nada.
-¿Terminó el trabajo de limpieza o sigue?
-No me gusta hablar de "limpieza". Diría de hacer
marchar la curia en la dirección que las congregaciones generales [las
reuniones que anteceden al cónclave] pidieron. No, para eso falta mucho
todavía. Falta, falta. Porque, en las congregaciones generales pre-cónclave,
los cardenales pedimos muchas cosas y hay que seguir adelante en todo eso.. .[y ahora que destaparon que los alemanes
hicieron un chanchullo para ponerse de acuerdo y elegirme a mí como Papa antes
que empiece el cónclave, justo a mi, que me embarren la cancha, debe haber sido
algún cara de pepinillo en vinagre.]
-¿Lo que se encontró haciendo limpieza es peor de lo que se
esperaba?
-Primero, no me esperaba nada. Esperaba volverme a Buenos Aires
[risas]. Y después creo que, no sé, Dios en eso es bueno conmigo, [risas] me da una sana dosis de
inconsciencia [más risas]. Voy
haciendo lo que tengo que hacer. [ya son risotadas,
hasta el punto que a Francisco le saltan lágrimas de los ojos de tan desbordado
que está. Con mi marido nos miramos extrañados. A los quince minutos empieza a
aflojar. ]
-Pero ¿cómo anda el trabajo en curso?
-Bueno, es todo público, se sabe [de nuevo más fuerte las risotadas]. El IOR
[Instituto para las Obras de Religión] está funcionando fenómeno y se hizo
bastante bien eso.[Las
risotadas no cesan]. Lo de la economía está yendo bien. [Pide una pausa para ir al baño porque la risa le produjo
espasmos. ¡Qué Papa tan humano, hasta va al baño!] Y la
reforma espiritual es lo que en este momento me preocupa más, la reforma del
corazón. [Y la reforma de la
cabeza: ¿para qué tantos dogmas? Mis amigos pentecostales creen en la mitad de
las cosas que nosotros. ¡Aprendamos de ellos!] Estoy
preparando la alocución de Navidad para los miembros de la curia; voy a tener
dos saludos navideños, uno con los prelados de la curia y otro con todo el
personal del Vaticano, con todos los dependientes, en el Aula Pablo VI con sus
familias, porque ellos también llevan adelante las cosas [¿Viste? La gente pobre también puede estar
cerca mio.]. Los ejercicios espirituales para prefectos y secretarios son un
paso adelante. Es un paso adelante que estemos seis días encerrados, rezando y,
como el año pasado, lo vamos a volver a hacer en la primera semana de Cuaresma.
Vamos a la misma casa. [Pero los
que quieren se pueden ir. ¡A la Orden de Malta! Jajaja]
-La semana que viene vuelve a juntarse el G-9 [el grupo de 9
cardenales consultores que lo ayudan en el proceso de reforma de la curia y en
el gobierno universal de la Iglesia]. ¿Para 2015 va a estar lista la famosa
reforma de la curia?
-No, el proceso es lento. El otro día tuvimos una reunión con los jefes
de dicasterios y se presentó la propuesta que hicieron de juntar los
dicasterios de Laicos, Familia, Justicia y Paz. Y hubo discusión ahí, cada uno
expresó lo que le parecía, y ahora esto vuelve al G-9. Es decir, la reforma de
la curia lleva mucho tiempo, es la parte más compleja...[Recuerdo que el primer día que me reuní con
mis cortesanos, perdón, con el G-9, les propuse: “vendamos todo, el Vaticano,
la Sixtina, los Museos, nos vamos a una villa de emergencia en Buenos Aires y
desde ahí hacemos una Santa Sede más chiquita y funcional. Pero saltó Madariaga
y me dijo: “vos seguí con tus homilías en Santa Marta que en un tiempo le
bajamos la persiana a todo esto”.]
-¿Es decir que no va a estar lista en 2015?
-No, se va haciendo de a pasitos.[Es como la reforma que estoy haciendo de la Iglesia: como decía el
Cardenal Martini, la Iglesia está atrasada 200 años, al borde del abismo, pero
hoy puedo afirmar que hemos dado unos pasitos hacia adelante!]
-¿Es cierto que un matrimonio podría estar al frente de este
nuevo dicasterio que juntaría los Pontificios Consejos de los Laicos, de la
Familia y de Justicia y Paz?
-Puede ser, no sé. Al frente de los dicasterios o de la
secretaría va a estar la gente más apta, sea hombre, mujer, o matrimonio...[hasta un marciano puede estar, siempre que
pida el bautismo, como dije la otra vez]
-Y no necesariamente cardenal u obispo...
-Arriba, en un dicasterio como la Congregación para la Doctrina
de la Fe, el de Liturgia o en el nuevo que juntará a Laicos, Familia y Justicia
y Paz, siempre va a estar al frente un cardenal. Conviene que sea así por la
misma cercanía con el Papa como colaborador en ese sector. Pero ya los
secretarios de dicasterio no tienen por qué ser obispos, porque un problema que
hay acá, cuando uno tiene que cambiar un secretario-obispo es ¿dónde lo manda?
Tiene que buscar una diócesis, pero a veces no son aptos para una diócesis,
sino que son aptos para ese trabajo. Sólo nombré a dos obispos secretarios: el
secretario del governatorato, para nombrarlo párroco de todo esto, y el
secretario del sínodo de obispos, para lo que significa la episcopalidad allí.[Y lo nombré obispo al Tucho Fernández, que me
lo agradeció con lágrimas en los ojos. ¡Qué satisfacción para él, después que
me lo rebotaron durante años cuando lo proponía rector de la UCA! En un
tiempito los nombro obispos a Boff, Pagola, Paulo Coehlo y el Dalai Lama, para
completar. Jajaja!]
-Fue un año intenso: muchos viajes importantes, el sínodo
extraordinario, la oración por la paz por Medio Oriente en los jardines del
Vaticano... ¿Cuál fue el mejor momento y cuál, el peor?
-No sabría decirlo. Todos los momentos tienen algo bueno y algo
que por ahí no es tan bueno, ¿no? [silencio]. Por ejemplo, el encuentro con los
abuelos, con los ancianos, fue de una belleza impresionante.[Aunque el encuentro donde plantamos los
arbolitos… [hubo más silencio]… o cuando repartí las pastillas de misericordina
[hizo un silencio sepulcral cuando se fijó en un mensaje de texto que le había
llegado al celular] o cuando me puse la nariz de payaso [seguía leyendo el
mensajito]…Me guiño un ojo, señaló al teléfono y me dijo: “son cosas de mis
asesores de imagen… qué le vamos a hacer!”]
- [Yo no sabía dónde meterme por la incomodidad. Se me ocurrió
preguntar:]
Estaba Benedicto también...
-Me gustó mucho ese encuentro, pero no fue el mejor porque todos
son lindos. No sé, no me sale eso, no se me ocurrió pensar eso.
-[Mucho no le entendí que quiso decir, no lo tenía a Lombardi cerca
para que tradujera, así que seguí] Y de ser Papa, ¿qué es lo que
más le gusta y qué lo que más le disgusta?
-Una cosa, y esto es verdad y esto lo quiero decir: antes de
venir acá, me estaba retirando. O sea, cuando volviera a Buenos Aires, había
quedado con el nuncio de hacer la terna ya para que, a fin de ese año [2013],
asumiera el nuevo arzobispo. Tenía la cabeza enfocada en los confesionarios de
las iglesias donde iba a ir a confesar. Incluso estaba el proyecto de pasar dos
o tres días en Luján y el resto en Buenos Aires, porque Luján a mí me dice
mucho, y las confesiones en Luján son una gracia. Cuando vengo acá, tuve que
volver a empezar con todo esto nuevo. Y una cosa que me dije desde el primer
momento fue: "Jorge no cambies, seguí siendo el mismo, porque cambiar a tu
edad es hacer el ridículo". [Yo la
nariz de payaso me la ponía todos los días, eh?] Por
eso he mantenido siempre lo que hacía en Buenos Aires. Con los errores, por
ahí, que eso puede suponer. Pero prefiero andar así como soy. [Alegre, extrovertido, abrazando a todos y
sacándome fotos, pidiendo bendiciones a los protestantes, todo, hasta la nariz
de payaso]. Evidentemente, eso produjo algunos cambios en los protocolos, no
en los protocolos oficiales porque esos los observo bien. Pero mi modo de ser
aun en los protocolos es el mismo que en Buenos Aires, o sea que ese "no
cambies" me cuadró bien la vida.[¡¿Ya te
conté de la nariz de payaso?]
-[Como vi de reojo que contestaba por mensaje “ya le dije lo de la
nariz de payaso!!”, cambié de tema] A la vuelta de Corea del Sur,
ante una pregunta, dijo que esperaba en dos o tres años "ir a la casa del
Padre" y mucha gente se quedó preocupada por su estado de salud, pensando
que estaba enfermo o algo por el estilo. ¿Cómo está? ¿Cómo se siente? Se lo ve
bárbaro...
-Tengo mis achaques y a esta edad los achaques se sienten. Pero
estoy en manos de Dios, hasta ahora puedo llevar un ritmo de trabajo más o
menos bueno.[Por
ejemplo, me cuido para arrodillarme: cuando le lavé los pies a la chica
musulmana me arrodillé, por eso me cuido de no hacerlo en cada misa para no
cansarme mucho. Y el otro día casi me caigo subiendo al avión, lo que pasó es
que tenía la valijita llena de los libros de autoayuda de Tucho Fernández que
me dio para vender, porque no los compra nadie.]
-Un sector conservador en Estados Unidos cree que usted lo echó
al cardenal tradicionalista norteamericano Raymond Leo Burke del Supremo
Tribunal de la Signatura Apostólica por ser el líder de un grupo de resistencia
a cualquier tipo de cambio en el sínodo de obispos... ¿Es verdad?
-[Puso cara
de asombro y carraspeó un poco] El cardenal Burke un día
me preguntó qué iba a hacer, ya que aún no había sido confirmado en su cargo [se detuvo un momento para pensar y siguió], en la
parte jurídica, [se detuvo otro
momento para pensar y siguió] y estaba con la fórmula de donec alitur provideatur ("hasta que se disponga otra
cosa"). Y le dije [se detuvo otro
momento para pensar y siguió]: "Deme un poco de tiempo
porque se está pensando en una reestructuración jurídica en el G-9", y le
expliqué que todavía no había nada hecho y que se estaba pensando. [se detuvo otro momento para pensar y siguió] Y
después surgió lo de la Orden de Malta [se detuvo otro momento para pensar y se sonrió] y ahí
hacía falta un americano vivo, que se pudiera mover en ese ámbito y se me
ocurrió él para ese cargo [estaba
exultante]. Y se lo propuse mucho antes del sínodo. [Ahí soltó la primera carcajada] Y le
dije: "Esto va a ser después del sínodo porque quiero que usted participe
en el sínodo como jefe de dicasterio", porque como capellán de Malta no
podía [puso cara de compasión y
puchereó]. Y bueno, me agradeció mucho, en buenos términos y lo aceptó,
hasta le gustó me parece. Porque él es un hombre de moverse mucho, de viajar y
ahí va a tener trabajo. O sea que no es cierto que lo eché por cómo se había
portado en el sínodo [y suspiró
largo y tendido, satisfecho con su explicación. Otra francisqueada, pensé yo].
-¿Tiene planes para su 78° cumpleaños, el 17 de diciembre
próximo? Lo festejará con losbarboni [sin
techo] como el año pasado?
-A los barboni yo no los invité, me los trajo el
limosnero ¿eh? Y fue un buen gesto y ahí también se hizo el mito de que yo
había desayunado con los barboni.
[¿Se dan cuenta que hay cosas que
yo ni me entero pero como quedan bien y dan marketing, no las aclaramos antes?] Pero yo
desayuné con todo el personal de la casa y estaban los barboni ahí. [Pero attenti que no los invité yo]. Son de
esas cosas folklóricas que me cuelgan ahí... Como cae un día que no tengo misa
abajo en la capilla, porque es miércoles y hay audiencia general, vamos a
almorzar juntos todos los empleados de la casa. Para mí, va a ser un día
totalmente normal, como todos los demás. [Oops, se me escapó. ¡No quería contar que almuerzo con los
empleados, no! Después mi asesor de imagen me reta.]
- [Me quedaban las preguntas
sobre el Sinodo, los divorciados, Kasper, la política y el viaje a Argentina.
Me acordé que de los cristianos perseguidos en Medio Oriente no le tenía que
preguntar. Lo que más me llamó la atención es que Francisco siempre habla de
una Iglesia autorreferencial, y hasta ahora sólo habló de él mismo. ¡Qué
raro! Y tampoco nombró a Jesús en ningún
momento. ¡Más raro! Pero bueno: ésta no es una entrevista sobre teología, esa
teología de escritorio que no le gusta. No tiene por qué recordar siempre a
Jesús o los evangelios. Siempre dice que creé en lo que creé la Iglesia. Entre
llamar por teléfono, contestar cartas, hablar con el G-9, recibir a Maradona y
Wanda Nara, seguro que debe tener tiempo para repasar el Catecismo. Bah, pienso
yo.]
CONTINUARÁ